MOVIMIENTO DEL PUEBLO
ORIENTAL
POR UN PAIS ARTIGUISTA,
PRODUCTIVO Y DESCENTRALIZADO.
“Signos de la distinción de nuestra grandeza, de nuestra decisión por la
República y de la sangre derramada para sostener nuestra libertad e
independencia" José Artigas.
BANDERA de PURIFICACION.
Esta entrega contiene la correspondencia enviada
por José Artigas el 4 de febrero de 1815, al gobernador Don José de Silva
exponiendo conceptos sobre la justicia de la Liga Federal, las exigencias de la
lucha en la regulación de la política comercial y el establecimiento de una
bandera común a todos los pueblos libres.
“Por las comunicaciones oficiales que acaba de
incluirme el comandante general de Entre Ríos don Blas Basualdo, acabo de
cerciorarme de los motivos que dieron merito al arresto de don Ángel Fernández
Blanco y de que usted, por su comunicación de 16 de enero, quedo satisfecho
manteniéndolo siempre en clases de arresto. ¡Ojala que nuestra generosidad
no sea una barrera a su escarmiento y que no tenga en adelante un motivo de
reprender su comportación! Pero es de indispensable necesidad que usted lo
remita a este Cuartel General en la misma clase de arresto para que de cuenta
de su comportación. De lo contrario, todos los días estaremos prodigando
sacrificios y la sangre se derramara impunemente por cuatro hombres de mala fe,
a quienes su ambición los precipita al ultimo grado de obstinación. Las
consecuencias son fatales. Usted mismo las ha palpado en las diversas ocasiones
que nos hemos esforzado por salvarlos; en cuya virtud deberemos adoptar otras
providencias, ya que nuestra moderación ha servido únicamente a mayores
desafueros. Por lo mismo quiero se apersone don Ángel Fernández Blanco en este
Cuartel General para hacerle los cargos convenientes. Yo no firmare su
exterminio pero tampoco consentiré obstruya los pasos a realizar la libertad
por la que tan dignamente se sacrificaran los pueblos que la aman y veneran. Si
en su concepto no son sanos estos principios, yo le franqueare el paso para que
se una a los de su redil. Entre nosotros no queremos lobos vestidos de piel de
oveja, porque así nos hacen la guerra más furiosa. El que sea enemigo
declárese y sabremos contrarrestar armas con armas y hombres con hombres,
pero que a fuerza de intrigas e intereses quieran obscurecer nuestra virtud y
hacer que triunfe la indignidad, crea, es el dolor, que ha mucho traspasa mi
alma, y por el cual me sacrifico hasta ver reinante la Justicia.
Esta exige el castigo de los delincuentes y el
premio de los virtuosos.
Sin estas dos bases ni tendremos Patria, ni se
consentirá la Libertad, sino que triunfará la voz ambiciosa del hombre tirano.
La experiencia de la revolución me lo ha hecho entender y por lo mismo he
tocado los últimos extremos. Usted ha visto el plan de terrorismo de Buenos
Aires, y el no me ha dejado otro recurso que hacer entender a los hombres que la
fuerza no debe presidir sus resoluciones sino la Razón y la Justicia, y que
esta no anda desnuda de poder para hacerse respetable ante los delincuentes.
Igualmente me ha sorprendido la solicitud de ese
pueblo para sostener su comercio con Buenos Aires y que aleguen por pretexto su
pobreza y caimiento. Bajo estos coloridos encubren su ambición los mismos y con
falsas apariencias del bien del país halagan el corazón de los incautos para el
entable de su iniquidad. No se me oculta que el comercio es la base de la
felicidad de los pueblos, pero tampoco ignoro que el comercio con un pueblo
enemigo no acarrea sino desventajas y por lo mismo me es muy extraño que habiéndose
declarado Buenos Aires contra todos los pueblos quiera Corrientes continuar sus
relaciones mercantiles. La Banda Oriental y los pueblos que le siguen están en
esta privación y quizás con bastante verdad puedo asegurar que hace 5 años que
tiene estancadas todas sus negociaciones, sin que esto haya bastado a sofocar su razón ni a ceder en sus
derechos. La pobreza no es un delito y no obstante yo mis oficiales y soldados
acompañados de este benemérito vecindario andamos 5 años rodeados de la miseria,
ello no ha bastado a sofocar sus sentimientos de honor sino a esforzarse por
realizarlos y concluir la obra por que tan dignamente se sacrificaron. Si este
ejemplo sirve de lección a los demás pueblos, habremos concluido que se acallo
en ellos la virtud. No puedo creerlo de Corrientes después que ha prodigado
varios sacrificios en su obsequio. Por el mismo espero que convencidos los
buenos americanos de mis insinuaciones no entablaran una solicitud que los
desagrada. Antes por el contrario usted debe tomar la providencia de embargar
todo buque de comercio, sea de quien fuera, que venga de Buenos Aires y
mantenerlos desarbolados en los puertos y sus intereses depositados,
dándome parte de todo para resolver lo
conveniente.
Entre tanto que las cosas no se consolidan, es
preciso toda escrupulosidad y cuando usted se le ha confiado el cuidado del
pueblo, es con la esperanza de que cumpliera su deber. Por lo mismo es
necesario que su decisión sea tan declarada como la nuestra.
Por lo mismo la bandera que se ha mandado
levantar en los pueblos libres debe ser uniforme a la nuestra, si es que somos
uno en los sentimientos. Buenos Aires hasta aquí ha engañado al mundo entero,
con sus falsas políticas y dobladas intenciones, Estas han formado siempre la
mayor parte de nuestras diferencias internas y no ha dejado de excitar nuestros
temores la publicidad con que mantiene enarbolado el pabellón español.
Si para disimular este defecto ha hallado el
medio de levantar con secreto la bandera azul y blanca, yo he ordenado en
todos los pueblos libres de aquella opresión que se levante una igual a la de
mi Cuartel General: blanco en medio, azul en los dos extremos y en medio de
estos unos listones colorados signo de la distinción de nuestra grandeza, de
nuestra decisión por la República y de la sangre derramada para sostener
nuestra Libertad e Independencia. Así lo han jurado estos beneméritos
soldados en 3 de enero de este presente año después que se creyeron
asegurados para ver respetables sus virtuosos esfuerzos. Ellos subsisten y
subsistirán mientras haya tiranos que superar. Nada les es más difícil que
sobrellevar esa ignominia y creo que los déspotas no se gloriarán sino sobre
sus cadáveres. Tal ha sido la firmeza de nuestro carácter y ella debe
empeñar a los demás como patriotas a mantenerse con dignidad si no queremos
que la posteridad llore nuestra debilidad y retiro, como hoy debemos
lamentarnos de la inacción de nuestros mayores. Los americanos son dignos
por cierto de mayor suerte y los sacrificios de cinco años se habrían
multiplicado inútilmente si al fin no se hallan dignos de mantener el esplendor
de sus familias y conservar el gobierno económico de sus pueblos.
Yo todo lo espero de usted y de los buenos
patriotas, que penetrados de mis ideas y de los nobles sentimientos que dirigen
sus pasos, no miren con indiferencia un asunto en el cual esta cifrada la
felicidad general. Mi carácter es constante y sostenido y cuando hablo a usted
una vez es para ahorrarme el trabajo de robar el tiempo a otras ocupaciones que
reclamen mi atención. Ese es nuestro deber y al que queda obligado usted con
todo su pueblo. Hágalo entender usted del modo que le parezca más conveniente
para el debido conocimiento de todos, cuanto para que sean responsables de
cualquier infracción.
Es cuanto tengo que comunicar a usted por ahora,
y saludarlo con mis más afectuosas consideraciones.
Cuartel General, 4 de
febrero de 1815.
José Artigas.